Al fútbol se juega primero con el cerebro; luego con los piés (técnica); y en último término, con el corazón. Es una enseñanza antigua, válida para todas las artes y oficios. Primero el cerebro controla lo que vamos a hacer; luego desarrollamos las técnicas y secretos del oficio; después, ponemos el sentimiento. Si confundimos el orden de los elementos, pierde el arte, el oficio en conjunto; en este caso, pierde el fútbol.
Dejamos el blog a punto de "pasillo." ¿Qué ha pasado desde entonces? ¿Cómo es posible que el Real Madrid después de su partido con el Valencia esté a solo 4 y haya perdido seis puntos, seis, en de su ventaja de diez?
El primer tropezón llegó con el Málaga. Entonces, el entrenador José Mourinho pidió el apoyo de la afición; y los aficionados respondieron. Entramos en el tramo final de la liga, con partidos importantes en Champions, y es importante buscar el calor, el empuje de la afición.
Además, en el partido frente al Málaga jugó Granero, canterano del Real Madrid que goza del apoyo del aficionado... Sucedió que en los últimos minutos del partido, Granero hizo una falta completamente innecesaria y además en una zona muy peligrosa y en el minuto 92. La ejecución de Cazorla fue perfecta, y consiguió el empate. El Real Madrid perdió dos primeros puntos en su diferencia real.
Lo que en un principio se presentaba como la noche de conjuntar el equipo con la afición (corazón) se transformó en una pesadilla: un tropiezo en el que cayeron todos abrazados, como en las películas en blanco y negro, cuando dos amigos antiguos se encuentran y en el entusiasmo de su abrazo, ruedan por el suelo. Así fue el Real Madrid 1 Málaga 1. La afición respondió y animó al equipo, pero en su entusiamo, no remataron la faena (un gol de diferencia ya no es garantía de victoria) y en su abrazo emotivo, tropezaron y rodaron por el suelo.
El siguiente tropiezo sucedió en Villarreal. Nueva falta muy peligrosa. Esta vez el ejecutor fue Senna. Perfecto el tiro. Empate otra vez, en el minuto 82. Solo tres días después, el 21 de marzo, el Real Madrid había perdido otros dos puntos de su renta.
A partir del gol del empate, Senna, minuto 82, el Real Madrid terminó de descomponerse como equipo. Un minuto después el entrenador del Real Madrid fue expulsado. Dos minutos después, fueron expulsados dos jugadores del Real Madrid, Mesut Özil y Sergio Ramos. Se desbordó completamente el partido, de modo que al Real Madrid le tocaba simplemente defender el empate.
En el partido con el Villarreal el equipo y algunos medios reflejaron un arbitraje "premeditado" y "provocativo" por parte del árbitro. Sin entrar a juzgar la fortuna o las desgracias del árbitro en el partido, los futbolistas, y todos los deportistas, saben que para evitar riesgos con los malos arbitrajes, deben hacer su trabajo y marcar goles. El Real Madrid marcó un gol en el minuto 62. Veinte minutos después sufrió el empate. En los diez minutos restantes, cuando más cerebro -sangre fría- y correr se necesitaba, los jugadores se "desapuntaron" del partido (expulsión de Özil y de Ramos) y también Mourinho se desapuntó.
Otros dos punos de la ventaja que se fueron por una nefasta interpretación de las reglas básicas de cualquier oficio: aprende el oficio (cerebro) desempéñalo correctamente (condición física y técnica) y, finalmente, que el corazón empuje, pero que no mande la sangre caliente.
Y llegamos al partido Real Madrid - Valencia. El equipo blanco estuvo a punto de marcar con buenas ocasiones a lo largo del encuentro. No lo consiguió. Y lo mismo el Valencia. El cuestionado entrenador Unai Emery resumió el resutado así: "tuvimos una pizca de suerte, pero también pudimos ganar." Nuevamente, aunque sin expulsiones, el partido terminó con amargas reclamaciones al árbitro por parte de los jugadores del Real Madrid.
¿Qué ha sucedido? ¿Por qué se ha transformado el sueño blanco de ser recibidos en 'pasillo' a estar a punto de ser cazados? Según la regla de las 3 ces podemos concluir que el corazón superó al cerebro y a la técnica.
El corazón es puro sentimiento. Ve la paja en el ojo ajeno, pero no ve la viga en el propio. Deja la responsabilidad de su trabajo -cerebro- en las decisiones del árbitro; olvida marcar goles; y el equipo se descose en guerras individuales. En estos casos, si el rival mantiene el orden defensivo, se corre el riesgo de no lograr el resultado apetecido.
Cristiano Ronaldo como jugador de talla mundial debió haber resuelto alguno de esos partidos. Está muy bien marcar a los equipos más o menos fáciles. Pero ante el Málaga, Villareal o Valencia debe resolver alguno de esos envites, bien con su propio gol; bien con un pase de gol a un compañero.
Casillas: doble error en goles de falta (Málaga y Villarreal). Una parte de responsabilidad corresponde al guardamenta. Cierto que ambos lanzamientos fueron perfectos por parte de dos especialistas, Senna y Cazorla. No es menos cierto que a falta de diez y dos minutos debió haber situado algún hombre más en la barrera.
Mourinho: Quizá el factor más desequilibrante. Mourinho apela directamente al corazón del aficionado; y lo mismo con los jugadores. Es una lealtad forjada con sangre, no con técnica ni con un estado de forma física impecable a final de temporada. Frente al Málaga sus recursos técnicos fueron insuficientes: el equipo jugaba a lo mismo, subir el balón, y buscar un remate, sin más complejidades técnicas. Y con equipos de una defensa experimentada esto no siempre funciona.
Frente al Villarreal sucedió otro tanto. Y lo mismo con el Valencia. Seis puntos perdidos de la ventaja con tres empates. Dos de ellos a un gol y el terceo a cero goles. Escasa producción goleadora no sólo de Cristiano Ronaldo, Higuaín y Benzema, sino también del técnico. Mourinho es un libro abierto en su juego de ataque: la elaboración de las jugadas es rudimentaria. Consiste en subir el balón, y buscar un remate. Y, como decíamos, esto es insuficiente.
Esta falta de conjunción de los tres elementos básicos del deporte y de cualquier arte u oficio se refleja en dos detalles. En el partido del Villarreal, con un solo gol marcado, fueron expulsados, cuando más falta hacían (en el minuto ochenta y dos) Mourinho, Sergio Ramos y Mesut Özil.
En el partido con el Valencia, el ejemplo de que no hay cerebro y no se confía en la técnica está en la patada de Pepe a su compañero Arbeloa. Ambos en la banda contraria, de la entrada con un valencianista se duele Pepe en el suelo; Arbeloa se apresura a intentar sacar la falta y ayudar a levantar al caído, pues corren los últimos minutos y el resultado es empate... en ese instante, Pepe tira una patada a la rodilla de su compañero Arbeloa.
¿Qué ha sucedido? Próximo partido, Atlético de Madrid. El Real Madrid siente ya el aliento del FC Barcelona en la nuca. El corazón ha superado la capacidad técnica y el cerebro. Si el Real Madrid no ordena los tres elementos básicos de cualquier oficio, puede entrar en una espiral de autodestrucción con resultados inciertos.